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Los orígenes de la elaboración del queso están en discusión, no se pueden datar con exactitud, aunque se estima que se encuentran entre el año 8000 a. C.(cuando se domestica la oveja) y el 3000 a. C. Existen datos arqueológicos que demuestran que su elaboración en el antiguo Egipto data del año 2.300 a.C. Años más tarde, en Europa se introdujeron las habilidades para la elaboración y producción de queso, convirtiéndolo en un producto de consumo popular. Gracias al imperio europeo, poco a poco el queso se ha dado a conocer en todo el mundo. Fue en Suiza, en 1815 donde se abrió la primera fábrica para la producción industrial del queso.
Fuente: Wikipedia
La palabra queso deriva de la palabra caseína, del latín "caseus", cuyo significado origina carere suerum (que carece de suero raíz), y que le da el nombre al español queso. En otros idiomas como en portugués se dice “queijo”, en inglés “cheese”, al alemán kasse, en holandés “kass”, etc.
Sin embargo, en francés, que se dice “fromage” y en italiano “formaggio”, por ello, se cree que derivan del griego "formos", que era la canasta de mimbre donde se le quitaba el suero a la cuajada.
Fuente: Wikipedia
El queso es un alimento sólido elaborado a partir de la leche cuajada de vaca, cabra, oveja, búfala, camella u otros mamíferos rumiantes. Es la conserva ideal pues muy difícilmente se estropea con el transcurso del tiempo, ya que al secarse mejoran sus cualidades en relación al peso. Para que la leche se cuaje, se usa una combinación de cuajo. Las bacterias se encargan de acidificar la leche, jugando también un papel importante en la definición de la textura y el sabor de la mayoría de los quesos. Algunos también contienen mohos, tanto en la superficie exterior como en el interior, como es el caso de los quesos azules, por ejemplo.
Fuente: Wikipedia.
Los diferentes estilos y sabores son el resultado del uso de distintas especies de bacterias y mohos, diferentes niveles de nata en la leche, variaciones en el tiempo de curación, diferentes tratamientos en su proceso y diferentes razas de vacas, cabras o el mamífero cuya leche se use. Otros factores incluyen la dieta del ganado y la adición de agentes saborizantes tales como hierbas, especias o ahumado. Que la leche esté o no pasteurizada también puede afectar al sabor.
Para algunos quesos se cuaja la leche añadiéndole ácidos tales como vinagre o jugo de limón. Sin embargo, la mayoría se acidifican en grado menor gracias a las bacterias que se le añaden, que transforman los azúcares de la leche en ácido láctico, a lo que sigue la adición de cuajo para completar el proceso de cuajado. El cuajo es una enzima tradicionalmente obtenida del estómago del ganado lactante, pero actualmente también se producen sustitutos microbiológicos en laboratorio. También se han extraído «cuajos vegetales» de varias especies de la familia de cardos Cynara.
Fuente: Wikipedia.
La temperatura ideal para conservar nuestros quesos es entre 3º y 8ºC.
Es importante, envolver bien el queso cuando lo guardamos en la nevera para evitar que se raje y agriete. Consérvalo en su envase original o con un papel film o de aluminio. O bien en un recipiente hermético.
Los quesos que tiene moho en la superficie, como los azules, envuélvelos en un trapo de algodón, que previamente hayamos humedecido un poco.
Por lo general, 45 minutos a una hora si es una rueda entera.
Para los loncheados o rallados es suficiente con 15 min.
La corteza es la parte del queso que lo protege del medio ambiente. Esta capa permite que el queso vaya madurando de forma gradual.
No es recomendable congelar la mayor parte de los quesos. Existen algunas excepciones como algunos de tipos de queso mozzarella para extender la vida útil con los mínimos efectos.
No, ninguno contiene gluten, por tanto, todos nuestros productos pueden ser consumidos por personas que padezcan celiaquía sin ningún problema.Los quesos y los productos lácteos no contienen gluten.
2. Si soy alérgico a la proteína de leche de vaca, ¿puedo comer queso?
No, ya que los quesos contienen proteína de leche.
3. Si tengo intolerancia a la lactosa. ¿Puedo comer queso?
Por lo general, las personas que padecen intolerancia a la lactosa sí pueden comer queso. No obstante, es preferible que en caso de consumir algún queso sea lo más curado posible, ya que a medida en que el queso es curado durante más tiempo, se reduce el contenido en lactosa. El queso curado contiene por tanto aún menos lactosa que el queso tierno.
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